¿Qué quieres ser cuando seas grande?
Cuan niño, mi padre me decía lo que él creía que yo sería cuando fuera adulto; deportista, cantante, bailarín, soldado, o quizás —bromeando— hasta guardián de cementerio… pero yo siempre le decía, papá, yo voy a ser gerente.
Mi vida dio muchas vueltas hasta el día de hoy, y aunque mi padre no acertó con ninguna de mis ocupaciones, puedo decir que he disfrutado cada trabajo que he tenido, incluyendo mi sueño de ser gerente (aunque a pequeña escala en un negocio familiar)… Hoy el mundo sigue girando y yo madurando, así que puedo decir con franqueza que amo más la libertad que el poder —a nivel corporativo por supuesto— y más aún ahora que me toca formular la misma pregunta a mi menor hija… ¿Qué quieres ser cuando seas grande?
El boletín de este mes no trata sobre mis anécdotas infantiles o mi vida personal; este mes deseo hacer algunas críticas constructivas y varias preguntas directas a los miles de contactos en mis redes sociales, y en especial a ese grupo de colegas y amigos que trabajan en la industria de la protección anticorrosiva.
¿Eres el profesional que quisiste ser de niño?
¿Estás trabajando en lo que aprendiste cuando estudiabas para cumplir tus sueños?
A diferencia de otros oficios que se han convertido en especialidades técnicas de la industria, el oficio de “pintor de brocha gorda” se ha quedado solo en oficio, en muchos casos se confunde y hasta se menosprecia.
Hasta hace pocos años escuchaba anécdotas sobre empresarios contratistas que salían a la plaza mayor de algún pueblo lejano a buscar gente desocupada para ponerlos a pintar… algunos comentaban que eran músicos, cargadores de bultos y hasta peones de chacra... y de pronto los iban a convertir en pintores industriales. Hoy en día, dudo que algún contratista se anime a buscar personal de esa forma para un trabajo de recubrimientos, esto debido a que las exigencias de calidad y seguridad han aumentado para bien en los últimos años, sin embargo, lo que no ha aumentado es el número de profesionales experimentados en aplicación de recubrimientos, lo cual es lógico —aquí en mi país— pues no existen escuelas técnicas que tengan en su currícula algo relacionado al procesos de protección anticorrosiva con pinturas.
Es algo extraño —¿no lo creen? —Si todo lo que vemos a nuestro rededor tiene al menos una capa de pintura de protección o decoración…
Algo que ha aumentado progresivamente, es la cantidad de “supervisores de pintura”, muchos de los cuales cuentan con estudios superiores ajenos al tema de corrosión; dada esta limitación, muchos tuvieron que salir en busca de especialización y lo que encontraron fueron opciones magistralmente diseñadas por el capitalismo, las cuales en menos de una semana y por poco más de mil o dos mil dólares prometen convertirlos en profesionales del mundo de los recubrimientos industriales sentados dentro de un lujoso hotel. Si aprueban el riguroso examen, lograrán obtener una membresía anual —cual exclusivo club resort— la cual les facilitará el acceso a diversos puestos de trabajo… trabajo que quizás nunca imaginaron realizar.
Aquí hago una pausa e intentaré disculparme con los profesionales del sector que están leyendo esto; quizás estoy siendo demasiado crítico con una realidad que —a mi parecer— no esta bien, ni está mal dado el contexto de la realidad, y producto del desorden propio de la idiosincrasia nacional con respecto al nivel profesional de las personas, sumado a la falta de políticas de educativas con proyección a la industria, por parte del estado peruano… Yo mismo me considero victima de este razonamiento critico, así que empezaré por disculparme a mi mismo...
Prácticas para certificarme como inspector NACE | Quito Ecuador | 2008 |
Para completar la idea, en el otro extremo están mis amigos los pintores. Aquellos que alguna vez —según la anécdota inicial— andaban desempleados en alguna plaza mayor y que de pronto algún contratista que buscaba mano de obra barata los contrató para convertirlos en “pintores de brocha gorda” … es así como algunos empezamos en el oficio ¿o me equivoco? lijando, cargando mangueras, cerniendo arena, mezclando pintura… ¿Alguno de mis amigos pintores me puede decir que fue a estudiar en algún lugar las técnicas para lograr un chorro abrasivo al metal blanco?... ¿Acaso alguien tiene una certificación técnica de como destrabar la tolva de arenado o en el arte de configurar el equipo convencional y de dominar un equipo airless? ¿Dónde lo aprendieron? ¿En alguna escuela técnica privada o estatal? No pues, definitivamente lo hicimos trabajando, en miles de horas bajo el sol, donde solo los más persistentes pudieron aprender de aquel viejo pintor, ese que nunca quería enseñar nada a los más jóvenes por temor a perder su trabajo; esos jóvenes talentos de la pintura industrial que siempre estaban atentos al día de la charla de pintura para escuchar a los enviados del cielo —perdón— a los enviados por el fabricante de pintura, que con la sana intención de lograr un buen negocio y minimizar problemas con sus productos, se permitían hablar sobre cuestiones celestiales para nuestros oídos como: las ultimas novedades en control de calidad, la adecuada preparación de superficies y la aplicación de recubrimientos industriales… Esos pintores que se especializaron empíricamente y de manera autodidacta, son los que en la actualidad pintan el país y lo protegen de la corrosión.
Otro aspecto al que apunta este irreverente artículo es la gran brecha existencial que existe entre los profesionales del sector, y que tratare de idealizar en las siguientes lineas:
“Ese contratista es un desastre, sus equipos son pésimos y con las justas funcionan; sus operarios ni siquiera llegan al grado de preparación de superficie requerido, y los espesores de pintura y los acabados no son aceptables…” [Palabras de un experimentado inspector de recubrimientos con muchas certificaciones internacionales]
“Ese inspector de pintura es un inepto, quiere que todos mis equipos sean nuevos y certificados, la pintura que estoy aplicando se usa en mantenimiento sobre el oxido y pretende que limpie las estructuras hasta el metal blanco, además de eso, los acabados son industriales y tienen mayor espesor del que me han pedido…” [Palabras literales de un cuasi experimentado contratista de pintura, ex pintor de embarcaciones marinas]
¿Qué opinan?
A mi parecer ambos tienen la razón en sus respectivas posiciones. Estamos en el Perú, no olviden el contexto…
Disculpen si sueno redundante, pero no me van a negar que existe una enorme brecha de profesionalización, experiencia y criterios en el sector de la protección anticorrosiva con pinturas; donde por ejemplo tenemos a eminentes profesionales que quizás estudiando las largas cadenas químicas de las pinturas, las series galvánicas o la entropía de sus propias vidas llegaron a la conclusión de que no es necesario coger una brocha y probar como se pinta; mucho menos disfrutar unas cuantas horas de lo acogedor y aterrador que resulta estar dentro de una cámara de granallando hasta lograr la sagrada limpieza al grado metal blanco...
Por otro lado, tenemos una escasez enorme de preparadores de superficie y aplicadores de recubrimientos capaces de manejarse técnicamente de principio a fin en un proyecto de recubrimientos, ya que estos basan su fortaleza tan solo en la experiencia, la práctica del día a día y el grito del capataz. Los aplicadores promedio, tienen muy poco conocimiento técnico sobre los materiales que utilizan y los procesos de calidad que deben observar durante su aplicación y lo que se espera como resultado de su trabajo. La falta de información, la falta de instructores y la barrera del idioma —casi todo está en ingles— conlleva a que muchas veces el inspector de recubrimientos, con todo su argumento teórico y sus menos de 10 horas de practica en el curso VIP, eche por tierra los mas de 10 o 20 años de experiencia de cualquier operario pintor, al cual solo le queda obedecer y hacer lo mejor que pueda para asegurar algo de dinero para el y su familia.
Por otro lado, tenemos una escasez enorme de preparadores de superficie y aplicadores de recubrimientos capaces de manejarse técnicamente de principio a fin en un proyecto de recubrimientos, ya que estos basan su fortaleza tan solo en la experiencia, la práctica del día a día y el grito del capataz. Los aplicadores promedio, tienen muy poco conocimiento técnico sobre los materiales que utilizan y los procesos de calidad que deben observar durante su aplicación y lo que se espera como resultado de su trabajo. La falta de información, la falta de instructores y la barrera del idioma —casi todo está en ingles— conlleva a que muchas veces el inspector de recubrimientos, con todo su argumento teórico y sus menos de 10 horas de practica en el curso VIP, eche por tierra los mas de 10 o 20 años de experiencia de cualquier operario pintor, al cual solo le queda obedecer y hacer lo mejor que pueda para asegurar algo de dinero para el y su familia.
Esto señores, es a lo que nos enfrentamos como profesionales.
Si no aprendemos y practicamos nosotros mismos y entrenamos gente capaz de hacer un buen trabajo, en algún momento nuestros títulos y certificaciones solo servirán para entrampar trabajos que no conocemos y para ir rellenando papeles y mas papeles de no conformidad tan solo para justificar nuestro sueldo. Por eso, yo les pregunto a los operarios que preparan superficies y aplican recubrimientos...
Si tuvieras la oportunidad de estudiar y/o especializarte ampliamente en control de corrosión ¿lo harías?
Si hubiera donde estudiar una especialidad técnica de preparación de superficies, aplicación de recubrimientos y control de calidad ¿enviarías a tus hijos o recomendarías que otros jóvenes tomaran ese camino profesional?
La soldadura universal nos ha enseñado que un técnico se puede especializar y ganar mucho más dinero que la mayoría de profesionales promedio del mercado…
¿Por qué no podría un aplicador de recubrimientos profesional llegar a ese nivel de reconocimiento?
¿Por qué no podría un aplicador de recubrimientos profesional llegar a ese nivel de reconocimiento?
Les traslado estas inquietudes, a ver si me ayudan a darle forma a un ambicioso proyecto que vengo maquinando… (acepto críticas y propuestas).
Un cordial saludo
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