lunes, 15 de enero de 2018

Bienvenido Enero

Bienvenido 2018


Un cordial saludo a todas las personas que han empezado a seguir este boletín hace poco más de un año. Como alguna ves repliqué a mis críticos mas cercanos… “si no empiezo a escribir ahora, nunca me atreveré ni aprenderé a hacerlo…”


Luego de unas largas vacaciones que inicie la quincena de diciembre, hoy me reincorporo a la labor que me apasiona, que me ha dado grandes satisfacciones y que hasta ahora me da de comer… El control de corrosión con recubrimientos industriales.


En estos casi 30 días, alejado del bullicio de Lima, del caos vehicular y el mal olor político, pude reencontrarme con viejos amigos del entorno industrial para conversar largamente sobre temas de interés en común, con la finalidad de nutrir mis conocimientos no solo técnicos, si no también de manejo de la incertidumbre…

Hace más de 10 años que ando alejado de mi natal puerto de Ilo al sur del Perú y es poco fiable lo que se oye o se lee en redes sociales. La “real realidad” es la que ves y entiendes sentado y conversando cara a cara con tus amigos de toda la vida; es así como pude darme cuenta de que algunas cosas no cambian, otras empeoran y unas pocas cambian para bien.


¿Qué hacemos con Tomás?


[Un relato fictício de la realidad]


Tomas vive en una pequeña ciudad y empezó a trabajar como “sub-sub-sub” contratista hace unos 15 años atrás, arenando y pintando para otros contratistas que “no querían ensuciarse las manos” con pintura o quizás nada sabían del tema (al igual que Tomás). Pasaron los años y Tomás empezó a ganar algo de dinero y adquirir experiencia, reinvirtió sus utilidades, le dio empuje y forma a su empresa de servicios para poder participar directamente en las licitaciones de las grandes empresas que operan en su ciudad.

Al principio fue difícil, le dijeron que tenia que tener “una vara adentro” y que además sus precios tenían que ser “competitivos” Tomás no se desanimo y empezó a tocar puertas, llamar e insistir en cada licitación “bajándose el pantalón” como se dice en el argot de los negocios cuando bajas tus precios literalmente al suelo para lograr ingresar al jet set de los contratistas directos de las mega empresas de la minería la industria y la construcción.

El primer año fue alucinante, desplazó en muchos casos a sus antiguos competidores, incluso a las empresas que antes lo subcontrataban a él. Ya estando adentro ganó otro contrato, luego otro y otro; las valorizaciones cubrirían el fiasco de algunos malos cálculos de costos, pero en general el balance era positivo. Se dio cuenta de que su cliente era muy exigente, por lo cual fue afinando su estrategia operativa, así como sus costos en cada nueva proforma para así mantener un nivel de ganancia y riesgo aceptable.

Grande fue la sorpresa de Tomás cuando al cabo de un tiempo lo seguían invitando a cotizar, pero ya no ganaba los mismos trabajos de siempre. ¿Qué estaba pasando? Empezaron a aparecer otras empresas sin ninguna experiencia y ganaban las licitaciones con total facilidad desplazando a Tomás quien a saber de su cliente, ya se había convertido en un experto en el trabajo requerido y que además conocía el costo real del mismo. 

¿Qué estaba pasando?


Las conclusiones son muchas y las dejo a su propio raciocinio. Lo preocupante es el circulo vicioso que crean algunas "grandes empresas" aprovechando su prestigio para “exprimir” al contratista local, haciendo uso fatal del libre comercio, invitando a otras empresas con mínima calificación y sin la experiencia necesaria con tal de que sus costos estén por debajo del promedio local. Muchos de los que dirigen estas licitaciones saben que estas nuevas empresas van a perder dinero pero parece no importarles ya que existen mil  y un formas legales de hacerles cumplir el contrato aún con el riesgo de hacerlas quebrar y naufragar cual curioso aventurero que se lazó a navegar, sin saber remar… ni siquiera nadar.

Esto me hace reflexionar también en el campo laboral, cuando algunas empresas contratan a un joven profesional en función a los cartones diplomas o títulos, más que por la experiencia y valor que este pueda proporcionar a la organización. Es el caso de Jonás, un relato ficticio de la realidad que compartiré con ustedes en el próximo boletín.


Si te has sentido identificado en algún párrafo de este articulo, no dudes en visitar la pagina de PCC PERU y unirte a la causa.

Un cordial saludo de su colega y amigo

MARTÍN HERRERA


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