Despidiendo "a" setiembre
Desde el último boletín han ocurrido tantas cosas buenas, malas y feas en nuestro país, que me quedaría corto este espacio para, siquiera, comentar la mitad de ellas.
A nivel personal, yo sigo en el mismo lugar de siempre, haciendo más que de costumbre y esperando menos que antes; esto debido a la coyuntura que se vive en la empresa donde trabajo por los recientes cambios de gerencia y los movimientos internos que esto genera. Así que, quienes hayan vivido esta experiencia de cambios en una gran empresa, entenderán mejor lo que les describo…
Fuera de los cubículos corporativos he tenido que plantearme diversos escenarios ante una posible desvinculación laboral —como suele ocurrir durante estos cambios— pues si algo aprendí de mi padre, quien fuera empleado estatal en el ferrocarril por más de 30 años, es que si no tienes un plan B en caso de despido por cualquier motivo, estas realmente jodido.
Cuando hablo del plan B me refiero a tener un monto de dinero ahorrado (por lo menos 12 sueldos) o tener activos que te generen rentas pasivas (alquiler de casa, carruaje, o chacra) o por último tener una profesión u oficio alterno que te permita seguir ocupado y generando ingresos mientras buscas reinsertarte en el mundo laboral corporativo.
En un país como el nuestro, tener una buena posición y un buen sueldo en planilla es tan deseable y efímero que un despido inesperado es una constante realidad. Muchos profesionales han invertido un tercio de su vida estudiando y/o especializándose para insertarse en un mercado de una sociedad de por sí anómala desde el punto de vista laboral, y luego terminan siendo parte de la ruleta rusa de la fenecida estabilidad laboral.
No todo es incertidumbre.
Al final del túnel en el que hemos vivido estos tres últimos años, se divisa una luz de esperanza —perdón— de proyectos importantes que dinamizarían en un mediano plazo la economía del país.
Ya se anunciaron varios mega proyectos como, la ampliación del aeropuerto Jorge Chavez y la ampliación de la mina Toromocho para este año, seguidamente se viene la construcción de los proyectos mineros de Quellaveco y Mina Justa, que en total suman unos 5,300 millones de dólares en inversión para los próximos tres años. Si a esto le sumamos otros proyectos menores que se están dando y otros similares que están en cartera, y que deberían destrabarse también en el mediano plazo, las empresas del sector de producción de bienes y servicios, podrían volver a facturar muy cerca de los niveles que tuvieran en el último auge de la minería.
No hay que olvidar que la coyuntura que se vivió entre el 2010 al 2015 se dio principalmente por la alta demanda de minerales en ese momento por parte de China, cosa que no esta ocurriendo ahora y que no se vislumbra que vuelva a ocurrir. Personalmente espero que estas grandes inversiones sigan un ritmo creciente y en el camino se vayan dado otras nuevas, de lo contrario —las actuales inversiones— serán devoradas irremediablemente por la necesidad acumulada de estos últimos tres años, aplicando la metáfora de las vacas flacas devorando a las gordas en los sueños del faraón. (Lean la biblia alguna vez, pues…)
Retomando el tema que nos atañe
¿En qué contexto se beneficia o perjudica el mercado de la protección anticorrosiva?
No debemos olvidar que dependemos de las inversiones del sector privado (principalmente) y de la voluntad política de los gobernantes de turno para viabilizar y legalizar las mismas. Desde el peón de obra, el pintor, el inspector de recubrimientos, el jefe, gerente o director de una empresa constructora, contratista o fabricante de pintura, todos dependemos de que haya inversión, de lo contrario las empresas, primero reducirán sus gastos, luego el personal, y si el panorama no mejora, simplemente cerrarán o venderán, dejando a muchos fuera con un drama que contar.
Para los que trabajamos en este sector de productos y servicios para la industria, esta es la realidad... y en este contexto es que he empezado a “maquinar” algunas ideas, ayudado por la incertidumbre laboral y el deseo de consolidar mi plan B.
ASOCIACIÓN DE PROFESIONALES EN CONTROL DE CORROSIÓN
Hace ya casi dos años que lance la iniciativa PROCONCORR PERU y he recibido (hasta ahora) muchas felicitaciones y buenos comentarios. Esto es agradable para el ego, pero preocupante para la razón, ya que no pretendo convertirme en un personaje mediático del mundo de las pinturas, y menos en un gurú de la corrosión. Mi intención siempre ha sido y sigue siendo, agrupar a las personas, a los profesionales de todo nivel y relacionarlos entre si para lograr sinergias técnicas, comerciales y cognoscitivas respecto a todo lo que compete el control de corrosión en la industria en general.
Hay aspectos sobre nuestra idiosincrasia como peruanos que me hace pensar que será difícil lograr la conformación de un grupo real y activo de profesionales, mas allá de una lista de correo, o de un grupo de WhatsApp... sin embargo veo que, si somos capaces de unirnos por una causa justa como en caso de desastres y otras causas no tan justas como la política o el fútbol... ¿Por qué no unirnos como profesionales para “seducir” al mercado?
Esta primera etapa de lanzamiento de PROCONCORR ha servido como experimento social, mas que todo para ver la respuesta de la gente en medios digitales. En unos meses, más allá de este año, estaré convocando nuevamente a los profesionales del sector, pero ahora con un plan y una propuesta formal… y porque no, con una figura jurídica para lograr la consolidación de objetivos y consecución de metas reales.
Solo le pido a dios —como cantará alguna vez el trovador Leon Gieco— que el futuro no me sea indiferente… Hasta ahora no lo ha sido y no espero que lo sea, conmigo, con mi familia, ni con mis amigos, ni con mi país.
Hasta el próximo boletín.